La grasa del pescado azul es rica en ácidos grasos omega 3, por lo que protege el corazón y mejora los niveles de azúcar en sangre.
Son pescados azules los boquerones o anchoas, el atún, el bonito, la sardina, el cazón, la caballa, el chicharro, la melva, la anguila, la angula, el salmón, el salmonete y el pez espada.
La distinción entre el pescado azul y el pescado blanco es su cantidad de grasa. Además, el pescado azul su cola tiene forma de flecha.
Las anchoas están en su estado óptimo de consumo durante el mes de abril. Debes saber que el boquerón y la anchoa son el mismo pescado, pero son conservados de manera distinta.
«A pesar de ser la flota vasca -principalmente de Bermeo y Ondarroa- la que más anchoa pesca, Cantabria es la comunidad líder en la producción de este pescado en conserva. Santoña es, de hecho, la localidad con más tradición y concentración de esta industria. Sin embargo, tanto Asturias como Galicia o el País Vasco, también las elaboran de gran calidad», informan desde La Vanguardia.
Se suele denominar boquerón cuando está preparado en vinagre, fresco, rebozado o frito. «Por el contrario, cuando este pescado ha sido procesado en salazón y aceite de oliva, recibe el nombre de anchoa, dando lugar a un producto procesado del pescado fresco», explica la nutricionista Yolanda Masa.
Las propiedades nutricionales de ambas elaboraciones son idénticas, ya que son el mismo tipo de pescado azul. Si te apetece disfrutar de unas buenas anchoas, debes saber que aportan grasas de buena calidad, vitamina D, vitamina A, potasio, magnesio, hierro y fósforo.
Este pescado cumple una acción cardioprotectora, gracias a su contenido en omega 3, «muy importante en el tratamiento y prevención de enfermedades tan comunes como hipercolesterolemia o hipertrigliceridemia», comenta la nutricionista.
Las anchoas y los boquerones también cuentan con vitaminas del grupo B (B2, B3, B6 y B12). Se recomienda consumir tres o cuatro raciones de pescado a la semana.
«Hay que recordar que ya partimos de un pescado graso, por lo que es mejor evitar técnicas culinarias como fritura o rebozado, que aportan un extra de grasas de peor calidad», dice Yolanda.
También puedes preparar las anchoas
al horno, a la parrilla o a la plancha. «También hay otras opciones como su consumo en crudo, para preparaciones de ceviche o sushi, en vinagre y con aceite en crudo, como es el caso de los boquerones o en salazón como las anchoas», expone la nutricionista.
Incluso, puedes abrir una lata para disfrutar de unas anchoas en salazón. Debes limpiar el pescado y congelarlo previamente si lo has comprado fresco.
Guarda las anchoas en un recipiente con sal en la nevera durante 48 horas y, pasado el tiempo, retira el exceso de sal y conserva las anchoas en aceite de oliva virgen extra.
Es importante elegir un buen aceite de oliva extra. Es un alimento que debemos incluir en la cocina, porque hay estudios científicos que han comprobado que disminuye el colesterol malo.
Los profesionales de la finca La Carrascosa, especializados en producir aceite de oliva virgen extra, explican que este producto también reduce la prevalencia de diversas enfermedades cardiovasculares.
Es un alimento saludable que debes incluir en tu dieta para aliñar, freír, conservar o para mojar con pan. Si quieres preparar anchoas caseras en salazón, no te pierdas la siguiente receta.
Ingredientes
500 g de anchoas frescas
500 g de sal gruesa
Aceite de oliva virgen extra para su conservación
Elaboración
1. Limpia las anchoas, así que debes presionar con dos dedos en las agallas, tirar de la cabeza girándola un poco y saldrá gran parte de las vísceras.
2. Arranca la espina dorsal con mucho cuidado. Introduce el dedo por el vientre hacia la cola para abrirlo, retira los restos de tripa y saca la espina central. Por último, separa en dos filetes y coloca en un recipiente con agua para limpiar las anchoas.
3. Congela el pescado durante 72h, ya que lo vamos a consumir sin cocer.
4. Descongela el pescado en la nevera.
5. Prepara un recipiente con una base sal gruesa y encima de ella coloca las anchoas.
6. Alterna una capa de sal con una capa de anchoas hasta llenar todo el recipiente.
7. Termina con una capa de sal para cubrir las anchoas.
8. Tapa el recipiente y mételo en la nevera durante 48 horas.
9. Transcurrido ese tiempo retira cada una de las anchoas, límpialas y sécalas para retirar el exceso de sal.
10. Coloca las anchoas en un recipiente y cúbrelas con aceite de oliva virgen extra.
¡Es una receta muy saludable!